lunes, 20 de octubre de 2014

PERMISO

Con su permiso, improbable lector, me tomo unos días de descanso en la labor de redacción de este tedioso blog. Seré breve. Prometo volver a aburrirle en cuanto me sea posible.
Añado un enlace. En él se acumula abundante y entretenida lectura: Aquí.

Quedo a sus órdenes.

domingo, 19 de octubre de 2014

RESPUESTA

Estimado Don José Juan:

Como decimos acá en Chile, no es que me crea "florerito" ni "centro de mesa", de hecho, prefiero pasar inadvertido sobre todo en instancias como esta en las que soy un completo principiante y aficionado, pero puedo decir que me alegra que un correo mío pueda dar lugar a discusiones y aportaciones.

De todo corazón agradezco las palabras de Don José Antonio. Debo decir al respecto, que el diseño de mis armas, fue un hermoso obsequio de un muy buen amigo suyo, y gran artista heráldico por mí admirado. Si nota bien la tonalidad de los colores del diseño inicial, los flecos son de la misma tonalidad que la de los lobos de sable de mis armas, por lo que figuro que la intención inicial del artista fue dejarlos de negro y no de marrón. Lo de los flecos no lo discuto (pues efectivamente sólo soy licenciado), pero quien soy yo para corregir tan generoso y bello regalo.
Por otra parte, quisiera aportar un dato: después de los procesos de independencia de las Américas, muchos de los símbolos, protocolos y ceremonias que los virreinatos y capitanías habían heredado de la Corona Española, fueron abolidos por los gobiernos regionales que izaron la bandera de la "Revolución", entre ellos el uso de blasones y de la bella indumentaria académica, razón por la cual ésta última, poco a poco dejó de ser usada, por lo menos desde el punto de vista formal, quedando  a posterior tan sólo como una tradición destinada a desaparecer y a formar parte de los museos (Imagen1: museo de la medicina chilena Dr. Enrique Laval).
Hasta los años 70 (Siglo XX), quedaban algunos médicos en Chile que usaban capa o birrete español en las visitas médicas o en los exámenes orales, más como una excentricidad de la época que como parte de una forma en uso vigente. Dicho esto puedo decir que efectivamente, en Chile YA NO SE UTILIZA indumentaria alguna. De vez en cuando, algunas universidades privadas jóvenes intentan imponer de forma artificial la indumentaria académica inglesa (supongo que por culpa de la TV: imagen 2). 
El uso del birrete de licenciado, que escogí  para mis armas, fue precisamente por buscar un símbolo que significara dicha condición, nada más, y sinceramente prefiero que sea un birrete español en lugar de un birrete "gringo".

Habiendo puesto en el tapete estos temas, y aprovechándome de usted para satisfacer un antiguo deseo mío respecto a un tema que me apasiona, me pregunto: ¿No será ésta una señal venida del cielo para hablar un "pelín" de heráldica universitaria?

Agradecido de Don José Antonio y de usted:
Fraternalemente

Claudio López Núñez

sábado, 18 de octubre de 2014

BIRRETE DOCTORAL

Remite unas líneas don Jose Antonio Padilla Solano, barón de la Bahía de Cartagena en el reino del Maestrazgo, para exponer algún detalle sobre los birretes de doctor:
Te escribo en referencia a tu última entrada:
http://www.cronicasheraldicas.blogspot.com.es/2014/10/tridim.html

Desconozco si en Chile utilizan la indumentaria académica tradicional española. Si fuese así, creo que el birrete que timbra las armas de D. Claudio es "impreciso" porque la borla amarilla indica, efectivamente, que es Licenciado en Medicina, pero los flecos marrones indicarían que es Doctor en Ingeniería.

- El birrete español de Licenciado es un prisma hexagonal negro con una borla del color de la carrera. Medicina usa el amarillo (ver imagen adjunta). 
- El birrete español de Doctor es un prisma octogonal negro con borla y flecos del color de la carrera. (ver imagen adjunta).
Adjunto un boceto de cómo quedarían sus armas con el birrete de Licenciado en Medicina, que creo que es el que le corresponde. Si fuese Doctor en Medicina, tendría que cambiar el marrón de los flecos por amarillo.
Por favor, hazle llegar este mensaje por si considerase oportuno tener esta información.

Saludos,
José Antonio Padilla

viernes, 17 de octubre de 2014

TRIDIM


Desde el otro lado del mar, remite mensaje don Claudio López Núñez, a quien ya conocía usted improbable lector, para exponer un asunto. Las que siguen son sus palabras y la respuesta del redactor a la cuestión que plantea.
Estimadísimo Don José Juan:
Lo saludo con mucha alegría desde la ex Capitanía General de Chile, desde la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, ya cursando actualmente mi internado de cirugía, ya habiendo aprobado con dolores de parto el de ginecología.
Le escribo por una duda que me asaltó hace unos días: bien aprendí que la heráldica es ciencia y arte, sé por lo tanto que diseños y tonos de esmaltes, así también de la plata y el oro, hay como artistas heráldicos haya. Así las cosas, siempre me he preguntado: ¿en la representación de los muebles, qué es lo más propiamente heráldico, dibujarlos de forma plana o en 3D?

No es que nos escandalicemos por tal o cual dibujo, habiendo hermosas obras de artistas como don Marco Foppoli, Rafael Nieto y Laurent Granier, que degradan los colores para dar esa impresión de tridimensionalidad, a diferencia de don Fernando Martínez Larrañaga, pero recuerdo también de sus enseñanzas en el blog que la heráldica a la vez tiende a la sobriedad, por lo que me imagino más propio, o quizás más utilitario para el blasón, una coloración plana del mismo, como dicen por ahí, menos es más. ¿Qué opina usted al respecto?
Un abrazo fraterno.
Claudio López Núñez
Señor de los Reales Sanatorios
Don Claudio:
Vaya por delante mi más sincera enhorabuena por haber superado su especialidad de ginecología y mi ánimo para esa nueva etapa de cirugía. Como le habré expresado en alguna ocasión, trabajo en el hospital militar de Madrid, aunque en labores de nóminas y de facturación, pero convivo a diario con mis compañeros médicos y sé bien que estudian con intensidad.
Le agradezco mucho, don Claudio, que confíe en mí para plantearme la duda que le asalta. En realidad, le aclaro, no soy experto en heráldica, ni mucho menos. A mí lo que me gusta es escribir por el puro placer de hacerlo. En cualquier caso, entro al asunto directamente: 
efectivamente, la heráldica primigenia, que únicamente pretendía servir de identificador, no buscaba dibujos muy bien acabados. Al contrario, sabiendo que el arma defensiva sufriría los desperfectos propios del combate no se requeriría de un artista consumado para disponer los muebles o las piezas que definieran al poseedor del escudo, sino que cualquier sirviente pintaría con mayor o menor fortuna un motivo que identificara al poseedor de esa arma.
Aún durante siglos, al convertirse las señales heráldicas en manifestaciones de identificación a todos los niveles sociales a través de los sellos, se resolvieron los motivos heráldicos sin atender a la perfección en el dibujo, buscando más un motivo original que individualizara del resto.
Pero ya en el siglo XV, los escudos defensivos dejaron de usarse en el campo de batalla a consecuencia de la evolución de las técnicas de combate y  pasaron a convertirse en manifestaciones de gloriosos hechos pasados. Esta circunstancia se materializó en la pérdida de simpleza, en el embarullamiento en infinidad de cuarteles y en la creación de fábulas en torno al origen de los motivos exhibidos en las armerías. Y la sociedad entera, siguiendo ese mecanismo atávico que nos impulsa a copiar lo que hacen los poderosos, actuó de igual forma.
Se buscó entonces un mayor perfeccionamiento. Dado que servirían de vanagloria, los dibujos perdieron la frescura casi infantil que les caracterizaba primitivamente pasando a convertirse en verdaderas obras de arte, admitiendo desde entonces la perspectiva en las piezas y figuras que hoy conocemos, en detrimento del original  trazado plano que presentó la heráldica primigenia.
A día de hoy, tanto entre los diseñadores, como entre los propios receptores de nuevos escudos se busca un retorno a la etapa inicial del proceso de evolución de la ciencia heráldica. Así, es difícil advertir nuevos escudos que recurran al enmarañamiento que suponen las múltiples particiones. Al contrario, la heráldica ha regresado al origen y se prefieren figuras simples.


No obstante, esas pocas figuras pretenden significaciones muy concretas, no convertirse en meros adornos estéticos diferenciadores. En consecuencia, se recurre a expertos dibujantes que sean capaces de crear imágenes que reflejen exactamente, no solo el mueble, sino la posición o la actitud que se requiere de esa figura.
Y contestando realmente al asunto acerca de la validez de la perspectiva que imprimen a sus dibujos los más afamados y actuales artistas heráldicos, a través de la adición de colores o de la degradación de los existentes sobre las figuras, mi opinión es favorable. Tampoco es que mi juicio sea trascendente, ignorante como soy de estas materias.
Creo que es admisible esa, no diré perspectiva, profundidad que imprimen a sus composiciones heráldicas los maestros dibujantes. Vivimos en la era de la estética de la imagen. Esa imagen es hoy cuidadísima, especialmente en el ámbito comercial, en la publicidad. Acostumbrados como estamos en consecuencia a observar permanentemente logos, imágenes comerciales que abundan en detalles de tridimensionalidad es casi inevitable que se busquen de la misma forma en las figuras heráldicas. Y, ya concluyo, excelentes ejemplos nos regalan permanentemente los maestros de nuestro arte.
Muchas gracias por su consulta.
(Las imágenes que adornan la entrada de hoy las he extraído del enlace que sigue: Heráldica3D)

jueves, 16 de octubre de 2014

REGIONES

He carecido del tiempo suficiente para redactar algo con lo que aburrirle, improbable lector, así que me decido por las imágenes que la ilimitada retentiva de mi computadora es capaz de almacenar. La que sigue es una representación de las armas de las regiones de Francia. 
Si observa con detenimiento, fijandose especialmente en los esmaltes de los campos que sirven de base para cada una de las composiciones heráldicas, apreciará que se agrupan por regiones. Unas prefieren el campo de gules, sobre todo al sur. En noroccidente armiños y azur. Hacia nororiente plata y azur. En el centro, alrededor de París, lises de Francia. Y, como curiosidad, un único campo de sinople: la región de los Vosgos, casi ya en Alemania, 
que aúna el paisaje montañoso con las armas de los duques de Lorena.
En el enlace que sigue, alojado en wiki, se recogen con detalle. Regiones francesas.

miércoles, 15 de octubre de 2014

VOLVER A NAVARRA

El título de hoy es falso. No, no hemos regresado a Navarra. Es una forma de hablar. De escribir, perdón. Disfrutamos allí, pasamos muy buenos ratos de jóvenes visitando el antiguo reino. Nos alojábamos en casa de los tíos de Arancha. Siempre fuimos muy bien acogidos por la familia y por el grupo de amigos de los primos con los que aún tantos años después mantenemos un contacto indirecto.
No hemos retornado a Navarra desde que el tío Javier falleció. Lo relaté hace tiempo. 
Y sin embargo he recordado Navarra como si hubiera reaparecido entre sus calles con la lectura, pausada, como requiere la ciencia de los sabios, del capítulo que el maestro Faustino dedicó a sus armas. Extraigo la píldora de hoy de su conocimiento.
Dos sucesos me han llamado especialmente la atención. Por un lado, que los reyes hispánicos contemporáneos al inicio del sistema heráldico se resistieran al uso de esas señales por considerarlas impropias de su alta condición. Señala don Faustino que en su origen la heráldica no pretendió otra cosa que identificar. Identificar al guerrero. Al guerrero en el campo de batalla. Y el soberano no era un guerrero, era el jefe de los guerreros, era el general de aquella tropa. Su posición se destacaba muy por encima de la clase guerrera. De ahí la resistencia casi de cien años al uso de emblemas heráldicos por parte de monarcas hispánicos.
Y por otro lado la fábula. La leyenda de las cadenas que conforman las armas del reino de Navarra surgió en el siglo XV. En el siglo XV, como aún hoy sucede, las armerías comenzaron a adquirir una connotación heroica, relativa directamente a un pasado glorioso, memoria de tiempos y gestas anteriores. Abundan desde aquellas calendas las fábulas que atribuyen a las más esclarecidas familias de la cristiandad antiguas hazañas extraordinarias que se plasmaron sobre las armerías justificando así su heroico origen. Pero considerar que en el siglo XIII, después de celebrarse la batalla de Las Navas de Tolosa, el rey de Navarra añadiera un trofeo a sus armerías es un disparate. Ningún caballero así actuó por entonces. La heráldica era una recién nacida de menos de cien años y no pretendía otra cosa que identificar. Ni tan siquiera identificaba entonces linajes, únicamente personas. Hasta dos siglos después, perdida su función guerrera original, ya desvirtuada, no adquiriría esa connotación de pasado heroico familiar que hoy consideramos innata a nuestra ciencia.
Nada más. Sólo recordarle, improbable lector, el mensaje que remitió don Ernesto Fernández-Xesta Vázquez, (que me ha pedido que no cuente que es marqués de la Bahía de Luzón, en la farsa del reino del Maestrazgo, y como es mi amigo no lo contaré), en relación a la conferencia programada para hoy mismo, a las siete y media de la tarde, como inauguración del curso escolar en la real de heráldica. Se celebrará en la torre de los Lujanes de Madrid que sirviera de prisión al rey francés don Francisco I. La entrada es enteramente gratuita y el asunto que se abordará, el guión del nuevo rey, promete ser interesante.

martes, 14 de octubre de 2014

MENSAJE RECIBIDO: RENUNCIA Y ADOPCIÓN DE ARMAS

A la atención de la ilustre Comunidad Heráldica

Tras haber meditado un tiempo y habiendo contado con el sabio consejo del Comandante D. José Juan Carrión Rangel, gran amigo y mejor tertuliano de sobremesa, he decidido adoptar nuevas armas. 

Los motivos por los que renuncié a mis anteriores armas 
son debidos, fundamentalmente, a que las adopté en una etapa de inmadurez, tanto personal como en conocimientos heráldicos. Mi anterior blasón era excesivamente idealista y demasiado complejo. Espero con estas nuevas armas, 
mucho más simples y mejor simbolizadas, enmendar mi anterior error. Esta es la justificación de esmaltes, metales y muebles.

- El azur, el gules y el oro intentan que estas nuevas armas sean una "evolución" de las antiguas y no una ruptura total con aquellas.

- Los libros de oro representan la Ingeniería, mi gran vocación. Por ese motivo están cargados con las palabras Scientia, Technica, Ingenium. (Ciencia, Técnica, Ingenio). Son tres libros porque tres son las ramas de la Ingeniería a las que he dedicado (y dedico) muchas horas de estudio: Ingeniería Naval y Oceánica, Ingeniería Industrial e Ingeniería de la Soldadura. 

- Las tres coronas de Rey de Armas hacen referencia a la Heráldica, mi segunda gran vocación, aunque en esta rama del saber no pase de simple aficionado.

- El lema "Scientia, non fides" (Ciencia, no fe) hace referencia a mi filosofía positivista, ya que considero que el conocimiento más cercano a la Realidad de que dispone la Humanidad es aquél proporcionado por la Ciencia, entendiendo por Ciencia a las Ciencias Puras Formales (Matemáticas y Lógica), las Ciencias Puras Naturales (Física, Química, Biología, Geología y Astronomía) y las Ciencias Aplicadas de las anteriores (Ciencias Tecnológicas y Ciencias de la Salud). También pretende ser un guiño al valiente lema que adoptó la Royal Society (Real Sociedad de Londres para el avance de las Ciencias Naturales), "Nullius in verba", para romper definitivamente con los argumentos de autoridad de la atrasada y oscurantista escolástica medieval como "Roma locuta, causa finita" o "Magister dixit".

- Cuando sea Doctor Ingeniero, adoptaré como timbre el birrete laureado marrón. Mientras tanto, no adopto timbre ni tenante alguno.

Este blasón y su justificación estarán sometidos a la crítica por parte de la Comunidad Heráldica.



Muy atentamente,

Ing. D. José Antonio Padilla Solano.
Doctorando en Tecnologías Industriales.
Máster Universitario en Soldadura, 
Ingeniero Internacional en Soldadura e 
Ingeniero Europeo en Soldadura.
Ingeniero Naval y Oceánico e 
Ingeniero Técnico Naval esp. Estructuras Marinas.

lunes, 13 de octubre de 2014

EVOLUCIÓN HERÁLDICA

El contenido daría para varias entradas, pero lo redactaré crípticamente atendiendo al consejo de mi docto amigo el Comandante Farmacéutico don Pedro Álvarez Herranz, conde de Bernardos en el reino del Maestrazgo, que me explicaba que debo extenderme en la redacción el equivalente a una píldora antibiótica. Si el asunto despierta su interés intelectual sabrá usted mismo, improbable lector, consultar las fuentes.
Este tedioso blog se redacta desde la parte de la superficie emergida que abarca el conjunto de reinos que se llaman España (en el extranjero sobre todo) y aquí, según me explicaba mi docto amigo y compañero de armas don Francisco Javier García Sanmartín, conde de la Real Erudición en el reino del Maestrazgo, se denominan "este país" o "Estado español". Las cincuenta provincias en las que se divide administrativamente fueron definidas por un natural de Motril, en el reino de Granada, que atendía por el nombre de Javier de Burgos, en 1833.
Al establecerse la fragmentación territorial provincial, la Iglesia se comprometió a adaptar en la medida de lo posible sus diócesis a dicha segmentación (tanto en extensión, como en capitalidad). Pero celosa siempre de sus derechos, y existiendo prácticamente el doble de diócesis, la prometida agrupación administrativa eclesial nunca se llevó a efecto.
Es costumbre anglosajona partir las armas diocesanas con las propias escogidas por los ordinarios. En estos lares nuestros no. No obstante determinados prelados, queriendo manifestar verdadero afán de labor, de lucha por la diócesis encomendada, añaden a sus armas algún símbolo diocesano en forma de empresa, de señal,  de mueble heráldico que les vincule con la porción del rebaño que se les ha encomendado.
Un buen ejemplo de esta sana praxis lo conforma el arzobispo don Carlos Osoro. Las armas que escogió al ser ordenado obispo para gobernar la sede de Orense fueron cabrio de oro cargado con tres roeles de sinople con la parte alta de azur y la baja de plata. Jefe cosido de gules, con barca de oro con mástil en forma de anagrama de Cristo de oro. A sus armas añadió estrella de azur en punta para significar la diócesis de Orense. 
Ascendido al empleo eclesiástico de arzobispo, con sede en Oviedo, monseñor Osoro trasladó la estrella al jefe añadiendo en punta, manifestando sabiduría heráldica evidente,  la cruz de la victoria asturiana.
Por fin, al ser trasladado a la sede archiepiscopal del reino de Valencia, y no queriendo renunciar a los muebles que habían definido sus armas durante sus anteriores destinos, trasplantó al jefe la cruz de la victoria reservando la punta para el santo cáliz valenciano.
Ya concluyo las breves líneas de hoy. El arzobispo Osoro ha sido destinado hace escasas fechas a Madrid, sede archiepiscopal de la que aún no ha tomado posesión. ¿Cuál será el mueble que establezca ahora en punta para significar su nueva archidiócesis?